viernes, 9 de mayo de 2014

Por miedo. Siempre es el miedo a lo desconocido el que obstaculiza, frena o impide la evolución

¿Por qué evitar lo inevitable?
 
 
Por miedo. Siempre es el miedo a lo desconocido el que obstaculiza, frena o impide la evolución. El miedo a romper las normas, a los riesgos, a la falta de control, al uso abusivo por parte de los empleados. Las empresas que se resisten a añadir el apellido 2.0 a su nombre, alegan que la dirección no entiende esa necesidad de compartir o defiende que hay otras prioridades. Desconfían de lo que no conocen o esperan a que su competencia se les adelante.
 
Sin embargo, antes del mundo 2.0, 1.0 e incluso, la sociedad moderna, ya nos adelantaba Aristóteles: “El hombre es un ser social por naturaleza”. Y qué razón tenía. Necesitamos compartir, intercambiar opiniones, informarnos, sentirnos miembros de una comunidad para poder así, desarrollarnos tanto profesional como personalmente. Juan Luis Polo reflexionaba en su blog: “hay una oportunidad para cambiar la situación. Empezar por no llamar “empleados” a las personas que forman parte de nuestro equipo”. Esto es sólo el principio, anticipaba… ¿por qué evitar lo inevitable?
 
 
Quien no arriesga no gana
 
 
O eso dicen. Apostar por una transformación digital es sinónimo de productividad, motivación y captación de talento. Poder acceder al conocimiento de personas con mucho que aportar es una carta bien jugada. Innovación y reputación culminan la jugada, tu equipo te hará ganar la partida.
Industria Farmacéutica
 
 
Un grave mal se avecina sobre la industria farmacéutica: el consumo de medicamentos se contrae, caducan las principales patentes, aumenta el costo de desarrollar nuevos fármacos y los beneficios entran en recta descendente. Amén de otras limitantes década uno de los países.
 
 
Lo peor es, sin duda, la falta aparente de recetas y lo más doloroso, quizá, el diagnóstico que realizan los propios profesionales del sector:  no hay planteada una verdadera estrategia desde Internet que ayude a reformular el negocio. Y eso, en una rama económica acostumbrada a competir en innovación (74.500 millones de euros en I+D sólo en 2013, entre Estados Unidos y Europa), es como reconocer que el enfermo está verdaderamente en la UCI.
 
 
La “última” oportunidad, reconocen cada vez más expertos, está en ese nuevo usuario digital que entiende la salud no como un hito exclusivamente médico y privado sino como un hábito diario y colectivo.
 
 
Según Forbes, el futuro de la actividad farmacéutica debe girar en torno al “ciudadano-experto”, es decir, a la persona que se sirve de la tecnología y de inteligencia colectiva conectada en la Red para:
 
 
1.Poder monitorear su actividad y estado físico en tiempo real.
 
2.Recabar de plataformas especializadas informaciones fidedignas sobre una dolencia
 
3.Compartir el historial médico electrónico con su profesional de referencia para recibir consulta a distancia
 
4.Seguir un tratamiento específico, personalizado y con avisos de cada toma, en el caso de pacientes polimedicados.
 
5.Compartir experiencias y realizar recomendaciones a otros usuarios y profesionales a través de comunidades.
 
6.Localizar, obtener información o dejar comentarios de puntos de atención sanitaria concretos, mediante el teléfono móvil.
 
7.Buscar a un especialista determinado (por área de especialización, ubicación geográfica, idioma manejado, etc…).
 
Un 60 por ciento de los internautas -en especial los que cuentan con mayor formación académica- utiliza habitualmente Internet para realizar consultas sobre salud (20 puntos más que hace sólo 5 años); y otro 31,1 por ciento lo emplea para concertar directamente cita con su médico de cabecera o especialista. (Fuente: Territorio Creativo Pharma 2.0: no hay recetas mágicas sino personas)
 
El viejo estereotipo del paciente automedicado y propenso a la acumulación de fármacos parece condenado a la extinción, superado por el concepto más social y eficiente que representa la comunidad digital, que recurre más a la prevención y a programas de bajo coste pero largo recorrido. En EEUU, sin ir más lejos, cerca del 45 por ciento de los consumidores se relacionan a través de las redes sociales para compartir datos, informaciones y conocimiento en torno a la prevención y tratamiento de enfermedades, además de compartir consejos sobre sus hábitos de vida.
 
Sin embargo en Venezuela al realizar entre los médicos una investigación de cuales serian los medios de promoción más rechazados, las redes sociales y las plataformas de Internet fueron las que comandaron en esta encuesta, de allí el primer párrafo y titulo de este escrito  “Por miedo. Siempre es el miedo a lo desconocido el que obstaculiza, frena o impide la evolución.”
 
 
Donde puede estar la solución según dice Leonard Kish: El “engagament es el fármaco blockbuster del siglo”, pero advierte a continuación: “tener una estrategia social en materia de salud no implica, en cualquier caso, meter médicos en Facebook”. Requiere, sobre todo, de una buena dosis de optimismo digital, de un tratamiento más abierto y creativo del negocio y de esa píldora mágica que son las personas.

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