Este fin de semana, mientras estaba viendo el juego
del Real Madrid, me pregunte “¿cómo
se hace un entrenador para decidir qué jugadores componen el equipo, en un
juego relativamente cómodo pero con alta presión por obtener el resultado?”.
Normalmente al entrenador es al primero que echan si
los resultados no acompañan al equipo. ¿Pasa lo mismo en el caso del Gerente de
Ventas, o el de Efectividad de Fuerza de Ventas? Si no elegimos los mejores
KPIs… ¿seguro seremos los culpables de la debacle?
Entonces… ¿Cómo decidir las KPIs que nos llevaran a
obtener el triunfo? Aquí no les voy a ofrecer una clasificación mundial, algunos KPIs no combinan con
otras y encontrar la combinación perfecta es muy difícil. Pues
sí, pero no imposible, así que hay que arremangarse y ponerse manos a la obra.
A la busca y captura de los indicadores de gestión triunfadores.
¿Por dónde empezar?
Primer paso, los datos. Sacaremos todos los datos que
te parezcan importantes, si no hay ninguno que nos resalte… ¡no
pasa nada! Se sacan todos, ya habrá tiempo de decidir cuales nos sirven y
cuáles no.
Cogemos los datos de la herramienta de reporte que
tengamos, recopilamos también datos de otras fuentes, rebuscando entre los logs
que deja el sistema, de donde sea, primero a recopilar.
Objetivo de este primer paso: obtención y recopilación de
datos.
Segundo paso, sentarse
a pensar.
Necesitamos conocer lo que queremos conseguir, o sea,
lo que vamos a cambiar y nos va a transformar en el no va más del negocio. ¿Qué
objetivo queremos lograr? No siempre va a ser una venta, o darse de alta en
un servicio, puede ser algo más intangible, como “¿quién se ha interesado por
este producto?” o “¿cómo está funcionando nuestro servicio de atención al
cliente?”.
Tercer paso, tenemos los datos, tenemos los objetivos.
¿A correr? No, ni mucho menos. Ahora
hay que decidir qué datos o combinación de datos me llevarán a decidir el KPI
perfecto para medir ese objetivo y poder aplicar decisiones de
negocio en base a su valor.
Es complicado dar con el KPI correcto. En principio, puede parecer importante y
reflejar perfectamente el objetivo. ¿Será el indicador ideal? ¿O nos engaña? Se
trata de hacerse 2 preguntas básicas:
- Si
sube o baja el dato… ¿es significativo?
Si la respuesta es afirmativa, perfecto. Tenemos una
KPI cuya variabilidad es importante, justo lo que estábamos buscando. Seguimos
con el cuestionario.
- Si
es significativo, ¿tengo recursos para actuar?
Si la respuesta es negativa…, bueno, pues será una KPI
impresionante, pero no me va a aportar nada, no podré actuar, no me sirve.
Es decir, no
medir más de lo que necesitamos. Está muy bien dar multitud de
datos a todas luces interesantes, pero si no nos aportan nada a decidir cómo
podemos mejorar, no interesan.
Incluso, a mí me ha pasado, puedes encontrar
combinaciones que definan un objetivo muchísimo mejor que el que te han
encomendado, lo que te dará una satisfacción sin precedentes.
¿Qué pregunta nos ha hecho llegar a esta KPI? ¿A quién
le resulta importante la información que puede ofrecer? ¿Por qué es importante?
¿Cómo llegamos a los datos? ¿Qué preguntas nos surgen con los valores que puede
tomar? ¿Qué acciones debemos llevar a cabo si cambia a mejor? ¿y a peor?
Cuarto paso. Crear el contexto.
Nunca dar el indicador
KPI en bruto. Hay que ponerlo en evolución, o compararlo al total de las ventas,
u otro servicio, o lo que falta que aumente para llegar a un objetivo…
Depende del KPI pero siempre debe estar englobado en
un contexto. Aquí
es donde segmentamos el dato, por número de visitas, por cliente / no cliente,
por segmento, por especialidad, por rentabilidad… Si es
posible, acompañar el dato cuantitativo de algún dato cualitativo
complementario (por medio de una encuesta, por ejemplo).
No podemos dejar que, ni nosotros ni nadie, al recibir
nuestro informe, nos haga cualquiera de estas preguntas:
¿Qué pasa si en enero hemos vendido 25 unidades de un
producto? ¿Es mucho? ¿Es poco? ¿Cumple las expectativas? ¿Estuvo en falla?
¿Cuántos récipes se consiguieron? ¿Cuánto nos falta para cumplir el objetivo?
¿Cuántos usuarios lo buscaron en nuestra página web?, ¿Cuántos usuarios se han
convertido en clientes gracias a este producto?
Quinto y último paso. Ya tenemos todas los KPIs, las
variaciones, los contextos, y todo perfectamente entretejido. Pues ya solamente
falta la guinda del pastel, lo que te
dará valor como analista. Y no, no es decidir la forma de
presentar los datos.
Es la
valoración del SFE (Sales Force Effectiveness).
Faltan las
decisiones que van ligadas a los datos. Es lo que nos debe
indicar el SFE o el Gerente de Ventas al analizar los datos, en la parte de
acciones a tomar con los cambios. Hay que realizar la interpretación de cómo
utilizar estos datos de forma inteligente. Cómo mejorar el panorama, aunque sea
un porcentaje pequeño. Aunque vaya todo bien, hay que proponer acciones, pequeños
avances, lo que sea. ¿Qué es importante?
¿Dónde me puedo centrar? ¿Qué segmento voy a
mejorar?.
Somos como los entrenadores, no jugamos pero debemos
decidir quienes juegan y como juegan. Paso a paso, partido a partido, gol a
gol. En la segunda parte hablare un poco de cuales según mi experiencia
serian indicadores claves en la industria farmacéutica.
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