Por miedo. Siempre es el miedo a lo desconocido el que
obstaculiza, frena o impide la evolución. El miedo a romper las normas, a los
riesgos, a la falta de control, al uso abusivo por parte de los empleados. Las
empresas que se resisten a añadir el apellido 2.0 a su nombre, alegan que la
dirección no entiende esa necesidad de compartir o defiende que hay otras
prioridades. Desconfían de lo que no conocen o esperan a que su competencia se
les adelante.
Sin embargo, antes del mundo 2.0, 1.0 e incluso, la sociedad
moderna, ya nos adelantaba Aristóteles: “El hombre es un ser social por
naturaleza”. Y qué razón tenía. Necesitamos compartir, intercambiar opiniones,
informarnos, sentirnos miembros de una comunidad para poder así, desarrollarnos
tanto profesional como personalmente. Juan Luis Polo reflexionaba en su blog:
“hay una oportunidad para cambiar la situación. Empezar por no llamar
“empleados” a las personas que forman parte de nuestro equipo”. Esto es sólo el
principio, anticipaba… ¿por qué evitar lo inevitable?
Quien no arriesga no
gana
O eso dicen. Apostar por una transformación digital es
sinónimo de productividad, motivación y captación de talento. Poder acceder al
conocimiento de personas con mucho que aportar es una carta bien jugada.
Innovación y reputación culminan la jugada, tu equipo te hará ganar la partida.
Industria Farmacéutica
Un grave mal se avecina sobre la industria farmacéutica: el
consumo de medicamentos se contrae, caducan las principales patentes, aumenta
el costo de desarrollar nuevos fármacos y los beneficios entran en recta
descendente. Amén de otras limitantes década uno de los países.
Lo peor es, sin duda, la falta aparente de recetas y lo más
doloroso, quizá, el diagnóstico que realizan los propios profesionales del
sector: no hay planteada una verdadera
estrategia desde Internet que ayude a reformular el negocio. Y eso, en una rama
económica acostumbrada a competir en innovación (74.500 millones de euros en
I+D sólo en 2013, entre Estados Unidos y Europa), es como reconocer que el
enfermo está verdaderamente en la UCI.
La “última” oportunidad, reconocen cada vez más expertos,
está en ese nuevo usuario digital que entiende la salud no como un hito
exclusivamente médico y privado sino como un hábito diario y colectivo.
Según Forbes, el futuro de la actividad farmacéutica debe
girar en torno al “ciudadano-experto”, es decir, a la persona que se sirve de
la tecnología y de inteligencia colectiva conectada en la Red para:
1.Poder monitorear su
actividad y estado físico en tiempo real.
2.Recabar de
plataformas especializadas informaciones fidedignas sobre una dolencia
3.Compartir el
historial médico electrónico con su profesional de referencia para
recibir consulta a distancia
4.Seguir un
tratamiento específico, personalizado y con avisos de cada toma, en el caso de
pacientes polimedicados.
5.Compartir
experiencias y realizar recomendaciones a otros usuarios y profesionales a través
de comunidades.
6.Localizar, obtener
información o dejar comentarios de puntos de atención sanitaria concretos,
mediante el teléfono móvil.
7.Buscar a un
especialista determinado (por área de especialización, ubicación geográfica,
idioma manejado, etc…).
Un 60 por ciento de los internautas -en especial los que
cuentan con mayor formación académica- utiliza habitualmente Internet para
realizar consultas sobre salud (20 puntos más que hace sólo 5 años); y otro
31,1 por ciento lo emplea para concertar directamente cita con su médico de
cabecera o especialista. (Fuente: Territorio Creativo Pharma 2.0: no hay
recetas mágicas sino personas)
El viejo estereotipo del paciente automedicado y propenso a
la acumulación de fármacos parece condenado a la extinción, superado por el
concepto más social y eficiente que representa la comunidad digital, que
recurre más a la prevención y a programas de bajo coste pero largo recorrido.
En EEUU, sin ir más lejos, cerca del 45 por ciento de los consumidores se
relacionan a través de las redes sociales para compartir datos, informaciones y
conocimiento en torno a la prevención y tratamiento de enfermedades, además de
compartir consejos sobre sus hábitos de vida.
Sin embargo en Venezuela al realizar entre los médicos una
investigación de cuales serian los medios de promoción más rechazados, las
redes sociales y las plataformas de Internet fueron las que comandaron en esta
encuesta, de allí el primer párrafo y titulo de este escrito “Por
miedo. Siempre es el miedo a lo desconocido el que obstaculiza, frena o impide
la evolución.”
Donde puede estar la solución según dice Leonard Kish: El
“engagament es el fármaco blockbuster del siglo”, pero advierte a continuación:
“tener una estrategia social en materia de salud no implica, en cualquier caso,
meter médicos en Facebook”. Requiere, sobre todo, de una buena dosis de
optimismo digital, de un tratamiento más abierto y creativo del negocio y de
esa píldora mágica que son las personas.
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